25 marzo 2006

Salam. Paz

Conocerte es amarte. "Se deja de odiar, cuando se deja de ignorar" (Tertuliano: Ad Nationes, I, 1, 197 d. C.). Se comienza a dialogar, cuando se empieza a respetar. Antes de cambiar de idea, asegúrate de tener al menos una. La condena a muerte (21.03.06) de un ciudadano afgano, Abdul Rahmán, por convertirse al cristianismo, la Unión Europea con doce millones de musulmanes, el fenómeno del terrorismo integrista del 11 S en Nueva York y del 11 M en Madrid, situaciones como la de Ben Laden o de Salman Rushdie, nos hacen plantearnos si nos falta o si es posible un diálogo entre las civilizaciones.

Resulta muy clarificador un libro no “políticamente-correcto”, escrito por un Profesor árabe: Samir Khalil Samir , “Cien Preguntas sobre el Islam”, Madrid 2003. Dedicado “a mis amigos musulmanes, a la dulce tierra de Egipto”, donde el autor nació en 1938, “a mi tierra libanesa, laboratorio de convivencia entre cristianos y musulmanes desde hace siglos”, desde Beirut, donde actualmente reside, el libro es todo un diálogo clarificador, establecido entre dos periodistas y un ismólogo de fama internacional. Aporta cronología, glosario, bibliografía y estudio concreto del caso español. Profesor en las universidades de El Cairo, Sophia University (Tokio), Georgetown University (Washington), Turín (Italia), Graz (Austira) y Belén (Palestina), muestra la realidad musulmana directamente conocida por él y personalmente vivida, respondiendo a las 111 preguntas directas que dos reporteros le formulan.

Religión, sociedad y estado juntos unificados (din wa-dunya wa-dawla), el Islam reúne mil doscientos millones de personas bajo la Sharia, ley invariable desde el año 632. La imposible interpretación de los textos sagrados, la poligamia, la cuestionada libertad religiosa o de pensamiento, la violencia, los castigos corporales, la guerra santa, la ablación y el velo femeninos (burqa, chador e hijab), la desigualdad social y discriminación con los no creyentes, la indistinción iglesia-estado ni religión-ley civil, la prohibición de símbolos y cultos de otras religiones, el fundamentalismo e integrismo, los mártires de Alá, la prohibición de conducir a la mujer y su sometimiento en desigualdad con respecto al varón, así como la lapidación coránica o la condena a muerte por apostasía contenida en los códigos penales mauritano y sudanés... no hacen fácil el camino a la integración y convivencia del mundo civilizado.

Las propias experiencias narradas por dos mujeres también aportan mucha luz. En “Yo acuso. Defensa de la emancipación de las mujeres musulmanas”, Ayaan Iris Ali nacida en Mogadisco (Somalía) en 1969, actualmente parlamentaria holandesa y amenazada de muerte (su nombre apareció escrito sobre el cadáver del cineasta asesinado Theo van Gogh), se pregunta: “¿Qué debo pensar como musulmana si leo que cinco de los siete Estados que apoyan a los terroristas son países musulmanes, que en dos tercios de los treinta y dos conflictos armados en el año 2000 hay implicados musulmanes, mientras que sólo una quinta parte de la población mundial es musulmana?” La deshonra familiar “puede llegar hasta el décimo grado de parentesco. Cada año 5.000 chicas son asesinadas por este motivo en países islámicos, entre ellos la liberal Jordania”.

Otra protagonista narra su vida: “Mis padres han amenazado con matarme. Estoy presa entre dos culturas que no son compatibles. Me llamo Sabatina James y esta es mi historia. En Paquistán rige la Sharía, el derecho islámico. Y según la Sharía, a la que mis padres se sienten vinculados, a una mujer musulmana que se pasa al cristianismo se la lapida. El miedo está ahí. El miedo a que mis padres me asesinen según las leyes de la Sharía. Es un miedo tan grande que ya no puedo llevar una vida normal. Vivo con él. Día tras día”.

Matarle “¿lo harán de verdad? No lo sé. Tampoco la policía, que está informada de mi situación, sabe decírmelo. Y de acuerdo con la Sharía, yo soy una vergüenza par mi familia, para toda mi estirpe, para todos los musulmanes. Según la Sharía, todo musulmán tiene derecho a matarme y es un estado islámico ni se le multaría por eso. No sé qué tendría que pasar para que pueda vivir en paz. Tengo las manos atadas, no puedo hacer nada. Salvo esperar que el islam y el cristianismo se entiendan mejor”.

Salam 'alaykum! 'Alaikum salam! ¡Paz contigo! Como dice en la Mezquita quien visita en su peregrinación Medina en Arabia:

“Bismi-llah as-salam 'alaykum, as-salam 'alayka ya, salla Allahu 'alayka wa 'alá Alik wa azwayik wa durrayatik wa sallim tasliman katiran”.

“En nombre de Dios, que la Paz esté contigo, que Paz de Dios esté sobre ti, que Dios derrame sus bendiciones sobre tí, sobre tus parientes, sobre tu familia y sobre tu descendencia y os conceda la Paz, toda la Paz”.

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