01 abril 2006

Ilusión de un trabajo

“Después de una tarea bien hecha, des­pués de la obra terminada, te sientas y la contemplas”. Estas palabras constituyen el mejor epitafio final para alabar la obra consumada de un gran trabajador, Tomas Pascual. Así lo comenta literalmente Joaquín Molina, Director de Desarrollo Corporativo del IESE, refiriéndose a la obra del fundador del conocido grupo empresarial. Satisfecho del cumplimiento de unos objetivos de venta ambiciosos, transmitía Don Tomás la ilusión de un trabajo bien hecho. El gran miedo de Tomás Pascual, padre, era aburrirse. A base de un tesón que le ha hecho famoso, comenzó a vender cuando tenía diez años y no ha dejado de hacerlo.

Yo no me considero nada. Lo que soy o dejo de ser deben decirlo los demás, no yo mismo. Mi padre me enseñó lo necesario para valerme en la vida y le estaré siempre agradecido por ello”, afirma. De origen humilde, inició sus negocios en una cantina, para a su muerte 18.02.06 contar con más de 4.500 empleados. Leche Pascual financia la Asociación de Deportes Olímpicos y Paraolímpicos desde antes de su creación en 1988, apoyando a deportistas españoles de élite para servir de ejemplo e incentivo a los jóvenes.

La obra de un autor no es ese libro o esa estatua, la obra de un artista es toda una vida dedicada a la pintura y a la escritura. Un pintor no es un pin­tor por un buen cuadro, sino por una vida de buenos cuadros. Así lo entendía Tomás Pascual. Así se refleja en su familia y en su em­presa. La obra empresarial no es un presupuesto de ventas, no es el lanza­miento de un nuevo producto o la construcción de una nueva fábrica. La obra empresarial es un proyecto continuamente inacabado. Un proyecto que es susceptible de mejora todos los días, porque cada día lo has de em­pezar y replantear. La obra empresarial está viva y cada día hay que nutrirla de alimentos, de nuevas ideas, de ilusión, de futuro.

Cuando lo que persigues es hacer algo grande, ha­cer algo con vocación de futuro, que permite el crecimiento de la sociedad en su conjunto, que se sienta orgullosa de tener un algo así dentro de ella. Cuando ésta es tu meta, tienes que perseguirlo en el día a día, en todos los deta­lles. Cuando lo que quieres es hacer algo grande, nunca puedes dejar de empujar, con energía, con fuerza, con motivación, con la ilusión de que tu trabajo no se acaba nunca, de que siempre hay más y que más quiere decir hoy, mañana, pasado. Ésa fue la vida de don Tomás, sus trabajadores y siempre, en lo más hondo de su vida, primero, Pilar y luego sus hijos, Tomás, Pilar, Sonia y Borja.

En noviembre compartimos mesa -narra Joaquín Molina- y, con una Juventud envidiable, preguntaba a un camarero de dónde era; respondió que de un pueblo de Segovia; “igual que yo, pero, por favor, escríbame en un papel su direc­ción porque, con lo bien que está sirviendo, usted merece conocer más mis productos". Al ser elogiado por algún comensal, aprovechó para de­cir que desde 1999 no hacía nada en la empresa porque quien lleva todo "es mi hijo Tomás". Al final, sigues ahí persiguiendo que ese algo lo disfruten las generaciones venideras, las que trabajan ahí y participan, de una manera u otra, de sus actividades. Y eso es lo que hacía don To­más Pascual, nada más y nada menos que hacer empresa.

Coincidí hace unos meses -comenta Tom Burns Marañón- con un señor de cierta edad, que después de una encantadora charla, me dio su tarjeta y me pidió la mía. Caí en la cuenta de que me había pasado media hora en compañía de un self-made man de leyenda, curtido en las estepas de Tierra de Campos. Al día siguiente me mandó a mi despacho una enorme caja llena de los productos de su empresa. Le agradecí su obsequio, y le dije que había reenviado la enorme caja a Caritas. Esta Navidad me escribió Caritas para informarme de que había recibido más yogures, cereales y leches diversas de parte mía y por indicación expresa de don Tomás Pascual.

"Cuento esta pequeña anécdota porque a mí, al menos, me recordó algo que frecuentemente se olvida. Para conseguir el éxito como empresario, creando un negocio boyante, hay que ser muy creativo, trabajar mucho y estar siempre pensando en la mejora y en la innovación. Eso lo sabemos todos. Lo que muchas veces se nos escapa, sin embargo, es que para que todo ese empeño empresarial sea sostenible en el tiempo, el empresario ha de ser amable y asequible, honrado y buena persona".

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