12 marzo 2007

Dos mujeres contra el odio

Alucinante e increíble. Merece la pena leer el reportaje que escribe Pablo Ordaz desde San Sebastián en Elpais.com 11/02/2007. La madre del etarra De Juana fue cuidada antes de morir por la viuda de un comandante del Ejército asesinado por ETA

Todas las tardes, dos mujeres mayores se sientan frente a frente en el salón de un piso del barrio de Amara de San Sebastián. Son vecinas y consuegras. Una se quedó viuda el 2 de enero de 1977, a las ocho y media de la mañana. Tres pistoleros de ETA se apostaron frente a su marido, el comandante del Ejército José María Herrera, y lo acribillaron con disparos de metralleta en la misma puerta de su casa. Pasado el tiempo, el hijo del militar se casó con una muchacha llamada Altamira de Juana. La anciana enferma es precisamente la madre de Altamira y de Iñaki de Juana Chaos. Va recibiendo con una cucharilla y mucha paciencia un yogur de café, enferma de Alzheimer. Es la madre del terrorista Iñaki de Juana Chaos, Esperanza Chaos Lloret, fallecida el 27 de enero.

Tenía 83 años y había nacido en Tetuán, donde su padre, un militar del Ejército español, estaba destinado entonces. Luego se casaría con un médico, Daniel de Juana Rubio, oriundo de Miranda de Ebro (Burgos), que también hizo la guerra como teniente asimilado en las tropas de Franco, por lo que fue condecorado con una Medalla de campaña, dos cruces rojas y una cruz de guerra. De todo ello da fe un carné de Falange Española y de las Jons expedido el 16 de octubre de 1943 donde aparece sonriente a sus 35 años.

Daniel de Juana y Esperanza Chaos tuvieron dos hijos, Altamira y José Ignacio, que nacieron y se criaron en una casona de Legazpia donde el doctor pasaba consulta a los trabajadores de Patricio Echeverría, una de las principales acerías de Guipúzcoa. La vivienda estaba al lado de la casa cuartel de la Guardia Civil y por las tardes José Ignacio jugaba al fútbol con los hijos de los Guardias.

Iñaki asesinó a 25 personas -entre ellas 17 guardias civiles-. Esperanza Chaos, a la que en familia llamaban Nina, nunca justificó los crímenes de su hijo ni formó parte del colectivo de apoyo a los presos de ETA. Tampoco llegó a saber jamás qué o quiénes influyeron en él para que, a principios de los 80, abandonara su trabajo en la Ertzaintza y se fugara a Francia. Cuentan personas que la quisieron mucho que Esperanza se cayó redonda al suelo el 16 de enero de 1987 cuando le contaron que a su hijo lo acababan de detener en Madrid.

Cuando De Juana regresó del servicio militar prestado en Alcalá de Henares, llevaba consigo un diploma, expedido por el Ayuntamiento de Madrid el 27 de Mayo de 1977, en reconocimiento por su valiente lucha contra un incendio que sufrió la capital entre el 15 y el 20 de abril de aquel año. Más tarde, ingresó en la segunda promoción de la policía autonómica vasca. "Aún faltaban unos años", recuerda un familiar, "para que De Juana, muy propenso siempre a los amoríos, se ennoviara con una enigmática mujer llamada Helena y residente en Bayona".

La madre del terrorista más famoso recorrió más de 300.000 kilómetros en coche -le aterrorizaba el avión- para ver a su hijo preso. Esperanza Chaos, ya por entonces viuda, rechazaba una y otra vez las invitaciones para integrarse en el colectivo de apoyo a los presos de ETA. Su llegada a las distintas cárceles, según recuerdan funcionarios de prisiones, nunca pasó desapercibida. "Venía como a una boda, con anillos y collares, elegante y alegre, siempre educada y cordial con nosotros, nada que ver con el carácter frío ni la mirada agresiva del hijo ni mucho menos con la actitud desafiante de la mayoría de los familiares de presos de ETA". En una ocasión, un guardia civil, aun sabiendo a quién iba a visitar, se atrevió a pegar la hebra con ella. - De Tetuán, ¿eh? O usted es hija de funcionario o de militar. - De militar, agente. - Pues permítame que la acompañe. La última vez que vio a su hijo fue el 7 de julio de 2005, en la cárcel madrileña de Aranjuez.

Esperanza ya apenas podía caminar. Había seguido manteniendo la costumbre de mandarle 150 euros mensuales, que rebañaba con trabajo de su pensión. Lo que une a estas dos mujeres, más allá de la familia o incluso de la fatalidad de una vida marcada por ETA, es el interés común, tácito, de que el odio no prolongue el trabajo de las pistolas. El País Vasco también está lleno de historias así. Madres de hijos que matan y mujeres de hombres que mueren tejiendo una red invisible de afecto imposible de fotografiar, indetectable para el radar de los telediarios.

Al día siguiente del fallecimiento de la madre del terrorista, las asociaciones vinculadas a los presos de ETA publicaron en Gara hasta 10 esquelas en su memoria. Una de ellas aparecía firmada por "Helena", la enigmática mujer de Bayona. En todas se refieren a Esperanza Chaos como "la madre de un preso político vasco". Tal vez ignorando, o tal vez no, que la única familia política de Esperanza Chaos era, lo que son las cosas, la viuda de un militar asesinado por ETA.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La conclusión que saco es que a De Juana Chaos no se le puede llamar hijo de puta, sino simplemente ASESINO, con todas las letras, no lo digo yo, lo dijo la sentencia del juez que lo condenó por asesinar. Y no contento con eso, desde la cárcel se permite el lujo de amenazar con cartas que se publican en el aparato propagandístico de la banda terrorista en forma de periódico (Gara), donde todavía tienen el morro de llamarlo "preso político". Pues no, ASESINO, ha asesinado y amenazado, y todavía no ha mostrado un mínimo atisbo de arrepentimiento.

ComuniSfera dijo...

Una anécdota que bien se podría convertir en símbolo. Destaco el sinsentido y, como tú dices, los vínculos que volvemos a establecer después del dolor, del fracaso,... Muchas gracias por la historia.

Leo García-Jiménez dijo...

Increíble. Un claro y bonito ejemplo de los realmente valientes: los que abogan por la paz sin armas ni chantajes, solamente sembrando afecto.