13 marzo 2008

Doce hijos

El doctor Villalón, médico del Atlético de Madrid, tiene dos plantillas que cuidar a diario: el once titular de los jugadores en el equipo, y sus doce hijos estudiantes en su hogar. Con cuarenta años ha logrado ya una plantilla completa de descendientes, todos fantásticos, divertidos, deportistas y trabajadores. En la foto sale tapado por su tercer hijo, junto a Mariola su esposa (Profesora del Colegio Orvalle) y entre sus hijos Pepe y Nacho, dos auténticos cracks y grandísimos amigos míos. Las otras dos mujeres de la foto sólo están de ayuda para contener a los pequeñajos.

En casa de los Villalón todos estudian. Lo hace incluso hasta Perico, mi tocayo: un cachorro de pastor alemán, que sobrevive el pobrecito, desde su caseta, a la multitud de chavales que pululan en su entorno. El perrillo ha sido inscrito en un curso de domesticación para aprender modales, dejando de morder la ropa y de destrozar los pantalones de los chicos con sus juegos.

Hoy salen todos, como noticia, en foto de familia entera (ABC, 13.03.08, pág. 55). Hasta ahora, el car­né de familia numerosa nunca estaba donde debía, y cuando estaba, casi siempre lo necesi­taban dos hermanos al mismo tiempo. Desde ayer, este tipo de conflicto no se volverá a repe­tir más. Cada uno de los miem­bros de las más de 86.000 fami­lias numerosas de la Comuni­dad de Madrid disfrutará de un carné individual que le per­mitirá hacer una vida más fá­cil. El documento, que sustitu­ye al actual, lo presentó ayer la consejera de Familia de la Comunidad entre biberones y ca­ramelos. Gádor Ongil aprove­chó para destacar que la fami­lia «es la base de nuestra cohe­sión social, es insustituible».

Entre los beneficiarios que recogían su carné en el estra­do, familias numerosas, muy numerosas, como la del doctor traumatólogo Villalón (el médi­co del Atlético del Madrid) y su mujer, Mariola: Doce hijos, de edades comprendidas entre los 17 años del mayor y los escasos dos meses del pequeño. «Ningu­no -aclara la madre-, a pa­res». El dinero parra tener hijos «no es excusa», afirma esta mu­jer rubia y delgada de 43 años estupendamente llevados. La clave está, explica, en la organi­zación. «En una familia de es­tas características hay que dar­le prioridad al orden. Todos ayudan mucho, y hacen sus camas y limpian el suelo de su cuarto antes de irse al "cole"».

La alimentación también se lleva a rajatabla. El cálculo es­tá en tres carritos de comida a la semana, uno de ellos, de 64 1itros de leche. «La hacemos en Mercadona, pero por teléfono, si no es imposible», aclara Ma­riola. Y por supuesto, poca ro­pa. Aquí heredar es un clásico. No cabría todo en la casa que, aunque grande, no es un pala­cio. Pero sí suficiente para que quepa el amor. «Entre ellos se pelean, claro, pero también se quieren mucho», asegura esta madre, para quien resulta muy ambicioso educarles bien a to­dos. «Sólo llegas a lo fundamen­tal, lo superfluo se queda fuera, pero es maravilloso», resume.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Doce hijos! no puedo imaginar a esa mujer doce años sin poder verse los pies. Y digo yo, si mi hija requiere toda la atención de sus padres (ambos trabajadores), ¿cómo se puede hacer con doce? una de dos: o tiene ayuda/s (tata, cocinera, chófer, profes particulares) o esta mujer viene de Kriptón como Superman. No quiero ni pensar qué tienen que ser 12 adolescencias encadenadas.

Pedro García-Alonso dijo...

No tiene chófer. Lo he sido yo, encantado de la vida de serlo, cuando ha hecho falta.
No tiene profesores particulares: los mayores ayudan a los menores.
No tiene tata: cada uno hace lo que le toca, y echa una mano al que lo necesita.
No viene de Kriptón: puedes saludarla cuando quieras. Queda conmigo, y te llevo a verla.
Adolescentes tiene cuatro: con toda la madurez que te puedas imaginar. Te los presento cuando quieras.
Ánimo. Hacer las cosas ordenadamente, ayudando, pensando en los demás y con sentido común, no es imposible. Aquí tienes la prueba.

Anónimo dijo...

Está muy bien eso de tener una prole inmensa y de que los mayores ayuden a los pequeños, pero existe el riesgo de que los benjamines de la familia, al final, sean criados por sus hermanos mayores en vez de por sus padres. Y esto tampoco es justo. Son los padres los que deben poner las normas y acostumbrar a todos a cumplirlas y, según las edades, se asignan tareas y responsabilidades. A un adolescente no se le puede encargar el cuidado de un hermano pequeño, que ayuden y que se impliquen es muy bueno, pero el riesgo de que los mayores ejerzan como padres de los pequeños existe.

Anónimo dijo...

Todo esto lo decía porque a veces a mí me da la sensación de que mi hija pasa más tiempo lejos de sus padres que con ellos. Si a mí me pasa, teniendo sólo una, no imagino el sentimiento de culpabilidad que tendría con doce. Ella misma dice que sólo llega a lo fundamental...bueno, para mí todo lo que le ocurre a mi hija es fundamental, no hay nada superfluo. Y cada minuto que paso alejada de ella se me hace eterno. Ya llegará el día en que mi niña se haga mayor y vuele sola.

Pedro García-Alonso dijo...

Estimada amiga:

Soy el tercero de siete hermanos. Consecutivos. Nacidos todos seguidos, en siete años. Sin patrimonio. Cada año nos comíamos el presupuesto entero.

Cuidaron de mí, cuidé yo de ellos. Hoy somos todos doctores universitarios: tres ingenieros industriales, uno médico, otra profesora de empresa, otra profesora de Filosofía y éste servidor de usted.

Seguimos ayudándonos, en cualquier cosa que nos haga falta. Todos somos Doctores, pues hemos defendido nuestra tesis doctoral en la universidad.

La única pena que tengo es que los dos últimos hermanos nuestros no llegaran a nacer, se quedaran a medio camino.

En mi casa siempre ha habido amigos que se apuntaban a nuestros planes. No hemos tenido ni clases de tenis, ni de golf, ni de esgrima, ni belleza dental, ni ropas de marca, ni viajes de placer, ni veraneos de ocio, ni caprichos, ni dinero de propinas.

Lo que nunca nos ha faltado es lo más grande que se puede dar: padre, madre y seis hermanos, es decir, una familia genial.

Nunca me lo he pasado mejor que riéndome en mi casa. Todo valioso e importante que he aprendido, ha sido en mi hogar. Desde cultura -historia, inglés, lectura-, hasta lo más humano -trato, amistad, entrega, cariño- y divino -religión, sentido social, felicidad y alegría-, ha sido de aquellos con quienes he convivido.

Creo que eso es calidad sobre cantidad, dar y compartir, querer a cada uno como Dios le hizo, respetar las diferencias y enriquecerse con ellas, para lo cual la mejor escuela no son las clases particulares, sino la convivencia.

Es sólo mi opinión. Puedo estar equivocado, pero a mí me ha servido, te lo aseguro. Perdón si me he extendido demasiado.

Un fuerte abrazo. Y quedo a tu servicio para lo que pueda servirte.