28 octubre 2009

Educar para el Siglo XXI

Nuestra enseñanza comete un error catastrófico. Estudiamos sólo lo inaprovechable y lo pasado, sin enseñarnos a aplicarlo; lo teórico y lejano, sin poder emplearlo, lo inservible e inalcanzable, como algo inútil, extraño y obsoleto.

Según explican John Müller, Francisco Pascual, Juan T. Delgado, Pablo Pardo y Javier Gallego en su artículo “¿Educar para el siglo XXI o para el siglo XIV?”, lo verdaderamente importante que los niños deberían aprender en la escuela es:

· qué son los tipos de interés,

· qué es un banco,

· qué diferencias hay entre un depósito y un fondo de inversión (que no es menor: hasta los 100.000 euros, su dinero está garantizado por el Estado en un depósito; pero en un fondo de inversión usted puede perderlo todo),

· en qué se diferencia un bono de una acción,

· y una quiebra de una suspensión de pagos,

· qué es un banco central,

· qué es un 'hedge fund' (no se ría: su fondo de inversión puede estar invirtiendo su dinero en un 'hedge fund' sin que usted tenga ni repajolera idea), etcétera.

Si supiéramos eso desde la escuela, nos podríamos ahorrar muchos disgustos. Y, de paso, obligar a los bancos a trabajar para nosotros, no viceversa.

Pero seguimos anclados en una educación que ignora el mundo en el que vivimos. Yo salí del colegio (hace dos décadas largas) con una formidable capacidad para distinguir catedrales, utilizando como criterio al coche que estaba aparcado delante en la diapositiva, o el color del toldo de la tienda que aparecía al lado del monumento.

Pero si en vez de torturarnos con una interminable lista de diapositivas de monumentos, nos hubiera explicado la diferencia entre una caja de ahorros y un banco, nos habrían enseñado de verdad algo útil.

La necesidad de adecuar la educación al siglo XXI, y no al XIV, no sólo vale para las catedrales o los bancos. También para, por ejemplo, la comida: dar una asignatura titulada 'Food and life' ('Comida y vida') en el colegio. Nuestra incultura al respecto es abismal. Así nos va, con una plaga de obesidad y, en EEUU, diabetes… El fin es

· explicar a los niños el impacto de la contaminación en las cocinas

· el hambre en el mundo,

· o qué tipo de alimentos son más sanos.

Si se nos educara para que fuéramos capaces de decidir con un mínimo conocimiento de causa qué hacer con nuestro dinero y qué comida comprar, seríamos más ricos, más sanos y menos estresados.

De lo contrario, seguiremos preparándonos para tener "todo el pasado por delante".

1 comentario:

Alejandro Alcázar de Velasco dijo...

Son muchos los contenidos que hay que añadir en la educación. Pero, por favor, no sacrifique usted la historia del arte por ser algo poco aplicable. Que no se lo hayan enseñado bien, o que haya preferido la memorización de diapositivas a su entendimiento, no puede dejar también huérfano de cultura al país, que ya bastante sufre carestías.

Más arte, más historia, más filosofía, y más desarrollo creativo.

Por otro lado, sobre esas enseñanzas de aplicación más práctica como la economía y finanzas comparto con usted que hay que incluirlas. La suya y la mía son de dos tipos de cultura compatibles y que a veces generan graciosas combinaciones. Juntas son una poderosa defensa frente a gobiernos ilustrados.

Le animo a reestudiar las catedrales. Yo me pondré las pilas con economía.

Alejandro Alcázar de Velasco R.