16 febrero 2012

El ejemplo de Kerwin Rae

Desde Sidney, Rafa González García de Cosío narra una conferencia en el Martin College. Kerwin Rae cambió su vida desde ayer. Todo un espectáculo, mezcla de lección magistral y de monólogo Paramount, duró dos amenas horas.

Este empresario gurú australiano buscaba enseñar ''cómo hacer dinero y para qué''. Me recordó mucho las clases de Pedro García-Alonso, porque Kerwin es de los pocos que hablan bien del dinero, comentan sin falsa modestia sus éxitos y defienden a ultranza emplear la riqueza para resolver los problemas de los demás y, por qué no, para facilitarles también el camino del éxito.

Comenzó distinguiendo entre las personas ''abundantes'' y las ''escasas''. Las primeras tienen siempre algo que ofrecer, y su generosidad desinteresada se ve siempre compensada, porque todos quieren estar con quien da, ama, ofrece y ayuda. En cambio, una persona escasa sólo pide, siente celos, te exige por teléfono cada hora y no sabe cuanto se pierde haciendo eso. Su categórico ''la búsqueda de la riqueza no debe ser una meta, sino un medio de vida'', que nos hizo repetir, como zombies felices, tres veces, me trajo felices flash-backs del ''beneficio, igual a ingresos menos gastos'' de mi antiguo profesor de Empresa Informativa.

Comenzó narrando cómo comenzó a trabajar con sólo 13 años, recogiendo sacos de excrementos en los establos de caballos de Townsville, su ciudad, vendiéndolos a dos dólares por las grajas. Aún inmaduro, volviendo a los 15 años de una discoteca lleno de drogas y alcohol, cayó al suelo y se cortó la muñeca con la botella que portaba. Nos mostró una gran cicatriz -''esto pudo haberme matado''- y Powerpoints del hospital y de las sesiones de rehabilitación.

Consiguió emocionarnos al relatar que su médico le dijo que su mano derecha jamás recobraría la normalidad. ''¿Sabéis el golpe que resulta que a un muchacho de 15 años, edad en la que el deporte es lo más importante de su vida, le digan que va a tener parálisis para toda su vida? Nunca aceptéis nunca que una autoridad os diga que no podéis hacer algo''. Tras meses de esfuerzos lo logró, cosa que le bastó para hacerle un corte de manga al doctor en la última sesión de rehabilitación.

El colofón de sus desgracias llegó a los veintipocos, con un infarto cerebral que, milagrosamente, no le paralizó su cuerpo. Nos enseñó bromeando radiografías de su cerebro: ''Pude haber muerto de nuevo, pero los médicos me dijeron que, si acaso, sufriría problemas como pérdida de memoria a corto plazo, y, ¿sabéis qué? Puede llegar a ser muy divertido. ¡Conoces a gente cada 20 minutos!''

Luego nos explicó los 12 puntos para ''hacerse rico''. Con la experiencia profesional a sus espaldas (conoce más de 140 sectores laborales) nos habló con una seguridad y afabilidad alucinantes de algunas claves para triunfar en los negocios. Si visitáis su página web conoceréis algunas.

La primera de todas es el formato de su página web. Según él, es científicamente el que más visitas puede atraer. Para él, lo más importante para empezar a generar dinero es lo que llamó ''to capture data'': recabar información de los visitantes. Pero poco, para que no se cansen: nombre, apellidos, fecha de nacimiento y dirección de correo electrónico. Así que ya sabéis si habéis comenzado una start-up, una empresa relacionada con las tecnologías: a cambiar el formato.

Acabó mostrándonos fotos de viajes suyos por Tailandia y otros países en los que suele invitar a toda su cuadrilla de amigos. ''Ahora todos queréis ser mis amigos, eh?'', nos soltó. Más fotos: dando clases a niños en India y otros países pobres, haciendo paracaidismo con su madre, etc.

Dejó bien claro que no todo es un camino de rosas: hay que empezar desde abajo, si se quiere llegar alto (en España no podemos construir un sistema productivo por el tejado). Su caso personal: con 20 años, patearse toda la ciudad de Townsville para acabar colaborando con tres agencias de moda (sus gustos personales por aquella época) de manera totalmente gratuita, sin protestar, sin reclamar un salario antes siquiera de empezar a currar. Lo único que ansiaba a esa edad era unas ''malditas referencias'', porque ninguna agencia que pagara bien quería contratar a un mocoso sin experiencia.

En fin, Kerwin Rae, un verdadero ejemplo de éxito profesional.

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